La Antártida, un gran laboratorio blanco
A pesar de tener el clima más hostil del mundo, y de que la mitad del año es de noche, con temporales que no permiten otra cosa que quedarse en los refugios gran parte del tiempo, la Antártida es un gran laboratorio blanco que, como una huella digital eterna, permite estudiar la historia del planeta.
¿Cómo es que se destruye la capa de ozono?. El fenómeno de cambio climático global, ¿es un fenómeno contemporáneo o el planeta lo ha vivido antes?. ¿Cuál es, en definitiva, el pasado y el futuro de nuestro planeta y de la humanidad?.
Estos y otros interrogantes encuentran parte de su respuesta en las investigaciones que se llevan a cabo en el territorio más austral del mundo: la Antártida. A pesar de tener el clima más hostil del mundo, y de que la mitad del año es de noche, con temporales que no permiten otra cosa que quedarse en los refugios gran parte del tiempo, la Antártida es un gran laboratorio blanco que, como una huella digital eterna, permite estudiar la historia del planeta.
«La Antártida es un ambiente incontaminado, prístino, donde muchos parámetros ambientales pueden ser estudiados acá y no en otros lugares», dice el geólogo Claudio Parica, experto en geología antártica.
Es que el gran continente blanco está dentro de lo que se denomina vórtice antártico, un gran cono que es la masa de tierra/hielo más aislada del resto de los continentes. Además, como es la zona más fría del mundo, sus capas de hielo y sus rocas vírgenes esconden los secretos más antiguos de la evolución de la Tierra.
«El conocimiento de las rocas te permite descubrir cuál es la historia del planeta. El hielo te da la pauta de la última parte de la historia, de los últimos 10 mil años solamente. En cambio, el estudio de las rocas te permite remontarte mucho más allá, y estudiar las formaciones rocosas de las primeras edades del planeta», afirma Parica.
Pero, en qué nos beneficia todo este conocimiento, más allá del valor que tiene en sí mismo. «Obtener conocimiento científico acerca de la historia del planeta permite saber cómo fue el pasado de nuestro planeta, poner en perspectiva nuestro presente y avizorar cómo puede llegar a ser el futuro», asevera.
Por ejemplo, una de las principales actividades que se realizan en la Antártida es el estudio del cambio climático. Este primero se estudia a través de lo que se llama glaciología, que es el seguimiento en el estudio de los glaciares, gracias a lo cual se puede determinar la temperatura y el estado de la atmósfera a lo largo de miles de años.
«Lo que se hace es sacar los testigos de hielo, que son perforaciones cilíndricas que se hacen en el hielo y que guardan, como una huella digital, todo lo que aconteció en la atmósfera del planeta. A través de lo isótopos como el oxígeno 16 y 18 podemos saber la evolución en la temperatura y la atmósfera a lo largo del tiempo», explica Parica.
Así, se ha podido saber que la época más cálida en la historia del planeta no es la actual sino la de los dinosaurios, durante el Jurásico, donde había un promedio de temperatura entre 6 y 8º más que ahora, asociada a un vulcanismo muy intenso vinculado a la apertura del Océano Atlántico.
Y aunque el cambio climático es solo unas de las razones de la extinción de los dinosaurios, es un factor importante en su explicación. «En general, los grandes cambios climáticos están registrados en la Antártida. El Jurásico fue la época más cálida del planeta, desde allí hasta ahora la temperatura, medida en el largo plazo, ha venido bajando. Pero, si lo medimos en el corto plazo, como hacen los meteorólogos, es verdad que la temperatura está ascendiendo», cuenta.
Otro de los grandes misterios que puede poner en riesgo a la humanidad es el deterioro de la capa de ozono. La Antártida tiene un gran agujero de ozono, que es el más grande del planeta. Gracias a los estudios allí realizados, se ha podido saber cómo es que se deteriora la capa de ozono en esta región.
«En realidad, lo correcto es hablar de atenuamiento en la capa de ozono en la zona de la Antártida. La interacción del cloro con el ozono hace que se rompan las moléculas de ozono, pero este deterioro se da en las capas altas de la atmósfera, donde hay muy baja temperatura, y en presencia de luz debido a que el sol actúa como catalizador que desencadena la reacción. Por eso es que este atenuamiento se produce al inicio de la primavera, con la incidencia de los primeros rayos solares sobre las capas altas de la atmósfera. Como la Antártida es la parte más fría del planeta, mucho más que el Polo Norte, el deterioro de la capa de ozono es mayor allí», explica.