Jueves, 8 de Junio de 2006

Preocupa la contaminación sonora en la Ciudad

Varias organizaciones y especialistas coinciden en advertir que la polución sonora es uno de los principales problemas que afecta la calidad de vida de los porteños, pese a que existe una ley para combatirla que aún espera ser reglamentada.

El ruido es un sonido perturbador que se produce en un instante inoportuno y que altera la comodidad o la tranquilidad de un individuo. Se mide en decibeles (dB), unidad de potencia sonora que expresa la diferencia entre dos sonidos cuyas intensidades se hallan en relación de 10 a 1.

El umbral de audición está en el O dB, y el de dolor alrededor de los 120 dB. Sin embargo, escuchamos mejor ciertos sonidos que otros según su frecuencia. Por este motivo se definió el decibel A (dBA), medido con un filtro previo que asemeja el comportamiento del oído humano, atenúa las bajas y muy altas frecuencias y conserva únicamente los sonidos más dañinos para el ser humano.

“Según la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), un valor promedio de 70dBA durante 24 horas diarias o de 75dB durante 8 horas diarias protege virtualmente a toda la población contra un virtual daño auditivo”, apuntó Federico Miyara, director del Laboratorio de Acústica y Electroacústica de la Facultad de Ciencias Exactas, Agrimensura e Ingeniería de la Universidad Nacional de Rosario.

Pero como no se trata solamente de preservar la audición, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó límites menores para diversas situaciones, que varían desde valores como 30dB (A) para descansar durante la noche, 35dB (A) para obtener una buena comunicación verbal o 55dB (A) en exteriores de día. “El problema es que las mediciones efectuadas en diversos lugares y ámbitos revelan que en materia de ruido existe un estado de impunidad colectivo y permanente”.

A fines de 2004 la Legislatura porteña sancionó la Ley de Control de la Contaminación Acústica, que tiene como principal objetivo prevenir, vigilar y corregir la polución sonora que afecta a la salud de las personas, protegiéndolas contra las emanaciones y vibraciones provenientes de fuentes fijas y móviles. Pero la norma aún no fue reglamentada.

La Ciudad debe tener un Mapa de Niveles Acústicos

Según el director del Laboratorio de Acústica y Electroacústica de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, Daniel Gavinowich, “la ciudad continúa sin tener el mapa de niveles acústicos que la ley exige para establecer reglas claras. Tenemos que evitar el progresivo deterioro de la calidad acústica. Es hora de que el Gobierno escuche las recomendaciones de los expertos e imponga un control vehicular obligatorio del transporte público de pasajeros, de los autos particulares y de los camiones. En lugar de continuar ignorando sistemáticamente el trabajo que nuestro laboratorio lleva con un presupuesto magro desde hace treinta años, las autoridades deberían dejar de hacer oídos sordos y establecer planes progresivos o escalonados de reducción del ruido urbano a aplicarse a lo largo de varios años, y planificar y ejecutar una campaña educativa sobre el tema, sus causas, efectos y soluciones”.

En 1999, Gavinowich y su equipo examinaron el nivel de ruido equivalente (Leq), -es decir el nivel constante, sin máximos ni mínimos, a lo largo de un tiempo determinado que posee la misma energía sonora que el ruido variable- en 92 cruces de avenidas y calles de Buenos Aires y en distintos horarios. Del total de esquinas relevadas durante las bandas diurna y nocturna, se pudo constatar que el 21% registró un Leq superior a 80dB(A), el 69% un promedio de entre 75 y 79dB(A) y el 10 por ciento restante un cociente entre 62 y 74dB(A). “La llamada noche acústica -esto es, un nivel de ruido constante inferior a los 35dB, que posibilita descansar durante todas las horas que el cuerpo lo requiera-, ha decaído notablemente hasta el día de hoy en todas las zonas de la ciudad”, resaltó.

VillaLugano.com.ar

Fuente: Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires