Bañarse en ríos o lagos tiene más riesgo que nadar en piletas o piscinas, debido a la correntada del agua, las diferentes profundidades y la dificultad en calcular las distancias. Aquí se apuntan algunos consejos básicos para evitar mayores dificultades:
- Entrar al agua con zapatillas. La suela de goma actúa como antideslizante.
- Las irregularidades en el fondo del río o la presencia de moho sobre las piedras pueden causar caídas o resbalones.
- Estar alerta ante posibles peligros: cortes y lastimaduras por ramas, latas o vidrios sumergidos en el agua.
- Tener la vacuna antitetánica al día.
- Evitar nadar donde no se hace pié.
- Recordar que los niños deben entrar al agua caminando. Jamás zambullirse de cabeza en el río.
- Los menores siempre deberán entrar al río acompañados por un mayor responsable.
- Es muy riesgoso “aprender a nadar” en este tipo de agua. El aprendizaje debe realizarse en una pileta.
- La posibilidad de supervivencia de un niño o adolescente sumergido totalmente en agua “no transparente” es dramáticamente inferior a la de una pileta, más aún si tiene remolinos o corrientes.
- Tener en cuenta que en aguas turbias hay posibilidades de picaduras y mordeduras de peces como la palometa o la raya, arañas, insectos y víboras.
- Estimular la prudencia y evitar los miedos en jóvenes y niños. Los adolescentes y preadolescentes que se ahogan en este tipo de agua, en su mayoría, saben o creen saber nadar.
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