Buenos Aires, 23 de Noviembre de 2001
Hola ¿Cómo estás? Espero
que la actual situación de nuestra patria no te impida
vislumbrar un horizonte: el tuyo propio. Y que aunque no pueda
ser visto por tus ojos, sí puedas intuirlo y sentirlo
dentro de tu corazón.
Si tenemos nuestro propio horizonte personal,
podemos concentrarnos en él y dedicarle nuestras mejores
energías. No importa si parece cercano o lejano, grande
o pequeño.
Si nos hace vibrar interiormente, si nos sentimos
bien pensando en él, entonces andar el camino hacia nuestro
horizonte es lo que puede cambiarnos y cambiar los colores con
que la vida se nos presenta.
Me parece que ésta es una fuerza formidable
para combatir el 'marketing
del desasosiego', y a los que nos quieren hacer creer
que no nos queda otra que 'bancarnos
esto' y resignarnos a ser 'usables'
y 'descartables'.
Claro que para llegar a cualquier lado se comienza
siempre con el primer paso. Y luego otro. Los primeros pasos
tal vez son los más duros. Sobre todo porque a veces
vivimos embalados, silenciando nuestra voz interior, inmersos
en una especie de inercia mental,
como si no nos quedara otra que dejarnos llevar a donde sea
que las circunstancias externas decidan arrastrarnos.
Por eso viene bien parar la pelota de vez en cuando,
y ver dónde estamos parados. Respirar hondo y escucharnos
y sentirnos a nosotros mismos. Darnos permiso para equivocarnos
y saber perdonarnos si cometemos un error. ¿O
acaso alguien nació sabiendo todo acerca de la vida?
Es que precisamente la
vida -ésta que nos tocó vivir- es un aprendizaje:
el nuestro, el de cada uno y el de todos juntos conviviendo.
No hablo de quimeras, ni hablo de locuras. Hablo
de vivir tratando de hacer que aflore nuestro verdadero ser,
de convertirnos -cada uno a su ritmo- en lo mejor de nosotros
mismos. Hablo de darnos cuenta que nos están robando
nuestras mejores energías, nuestra fe en nosotros
mismos. Hablo de no dejar que eso suceda.
Por eso, no te desanimés si las cosas no
resultan como creés que deberían. Pará
la pelota, hacé una pausa y observá el panorama.
Escuchá a tu corazón, pues de allí viene tu
fuerza. Usá tu inteligencia para aprender de lo vivido.
Y volvé a intentarlo. Cualquiera sea el resultado, lo
que es seguro es que lo harás mejor.
Sinceramente,
Hernando.
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