El campo nos ahoga
Acabo de llegar de la farmacia y la expedición no fue exactamente un lindo paseo. Es tristísimo ver como van empezando a aparecer los barbijos en la cara de la gente. Siento que me falta el aire… será la angustia, la impotencia; no, es el humo nada más, me repito sin convicción. Me doy la inyección y se me pasa, espero. La laringitis que me ahorca desde hace una semana me vuelve más sumisa, callada.
Quisiera gritar las broncas. Bronca por los $200 en medicamentos, por el presentismo que no voy a cobrar, por las clases que se pierden mis alumnos…pero más que nada por la salud. Mi hijo más grande, de cinco años, volvió a tomar medicación para la alergia y comenzó a usar gotas oftálmicas. El bebe de cuatro meses debe ir a la guardería con barbijo y la conjuntivitis esta cada vez peor a pesar del colirio.
Juegan con cosas que no tienen remedio, como diría el amigo Serrat.
Cristina, dicen los muchachos, no se dio cuenta del humo “hasta que le llego a la puerta de la Rosada”. ¿Tenemos acaso que agradecerles el mostrarnos la realidad?
El que avisa no traiciona y ellos avisaron.”Nos tocaron el bolsillo”, “no conocen lo que es el campo”, “le vamos a incendiar el país”. ¿Qué pasó ahora que no quieren que se utilice políticamente el tema? ¿No es acaso esto un problema bien político? Político-económico.
Si se les fue la mano, háganse cargo. Me da miedo la incapacidad de ver al otro, de reconocerlo siquiera, nos niegan. “Ellos” son “los argentinos”, “los que trabajan”, “se levantan tempranito”, los únicos que “ponen el hombro” y “nos dan de comer”.
Buenos señores, aunque no escuchen yo grito y dejo la salud en ello: acá hay otros argentinos que también trabajamos, nos levantamos muy tempranito y pagamos con esfuerzo nuestro sustento. Somos pequeños engranajes en esta compleja sociedad, y tenemos derecho a vivir en paz y respirar.
Prof. Lucía Laura Seghezzo
D.N.I. 23.473.601