Función de Cine-Concierto, igual que hace un siglo
El próximo martes 28 de septiembre a las 20 horas en el Teatro 25 de Mayo, tendrá lugar un espectáculo de cine-concierto celebratorio de los ciento cincuenta años del nacimiento del genial inventor francés Georges Méliès. La entrada será gratuita y deberá retirarse dos horas antes de la función.
En la sala de avenida Triunvirato 4444, el Ministerio de Cultura porteño y la Embajada de Francia en Argentina presentarán a Marie-Hélène Lehérissey-Méliès, bisnieta de Georges Méliès, y su hijo Lawrence Lehérissey.
Se proyectarán dieciséis películas de Georges Méliès – desde 1 hasta 15 minutos cada una -, enteramente restauradas y acompañadas, como en los años 1900, por un pianista – Lawrence Lehérissey – y un “bonimenteur”, “un vendedor de ilusiones” – Marie-Hélène Lehérissey-Méliès. Marie-Hélène Lehérissey-Méliès es una cuenta-cuentos con mucha inspiración y humor. El pianista improvisa sobre cada película, realzando la imagen de Méliès y el texto de la cuenta-cuentos.
Las películas originales fueron encontradas, restauradas, conservadas y montadas gracias al trabajo de la asociación Les Amis de Georges Méliès fundada en 1945. Música original compuesta por Lawrence Lehérissey.
Georges Méliés, un inventor genial
Georges Méliès nació en París el 8 de diciembre de 1861. Hijo de un fabricante de botas de lujo, se orienta hacia la pintura y toma clases con Gustave Moreau. A los 24 años su padre lo envía a Londres a estudiar inglés. Allí descubre la prestidigitación en el «Egyptian Hall». Demuestra ser muy hábil en el arte de la ilusión, que pone en práctica en el gabinete fantástico del museo Grévin.
Gracias a la fortuna de su padre, compra en 1888 el Teatro Robert-Houdin. Robert-Houdin (1805-1871), padre de la magia moderna, es una fuente de inspiración inagotable para Méliès que colecciona sus aparatos y retoma en escena muchos de sus trucos, desapariciones, autómatas e ilusiones. Las funciones terminaban con espectáculos de sombras y linternas mágicas. Méliès buscaba siempre nuevas atracciones. En 1891, creó la Academia de Prestidigitación que en 1904 se transformó en Cámara sindical de prestidigitación.
Entusiasmado con el invento de los hermanos Lumière «que pone el mundo al alcance de la mano», fabrica su propio aparato de filmación y hace sus primeras películas ya en 1896. Méliès introdujo los trucos de teatro y de ilusionismo en el cine y jugó con la fascinación que ejerce sobre el público lo que no comprende. Personajes que crecen o se reducen, desaparecen y se metamorfosean o multiplican. Hombre orquesta, Méliès se ocupa de todas las tareas: productor, guionista, director, distribuidor. Él mismo construye y pinta los decorados y es también actor en la mayoría de sus films.
Entre 1896 y 1912, filma 520 películas (de la cuales se encontraron 210) en su estudio de Montreuil, primer estudio cinematográfico vidriado. Su arte llega al punto culminante con el “Viaje a la Luna” (Voyage dans la lune), de 1902, muy inspirado en Julio Verne: 260 metros de celuloide y pura fantasía, con los que sedujo a América. Sus «espectáculos cinematográficos», en total casi 600, se presentaron en su mayoría en el teatro del Châtelet en París. En estos espectáculos se reúnen el ballet, los efectos de luces y el canto.
Méliès funda entonces Star film y se lanza a la conquista del polo. Este proyecto casi obsesivo, cuyo héroe es un gigante de las nieves, es el inicio del descenso, a medida que el público se cansa de las películas con trucos y comienza a interesarse en las producciones de Gaumont Pathé y Éclair, dos imperios nacientes que se dedican al burlesque, las actualidades y los dramas históricos.
El cine menos soñador y más realista sale de las ferias para ir a los cines de las grandes avenidas. Incapaz de renovarse, Méliès filma sus últimas películas en 1912. Cae en la ruina, vende el teatro Robert-Houdin y su estudio en 1923 para pagar deudas y quema sus negativos en un acceso de ira. A fines de los años 20 cae en el olvido; el flacucho de barba ronda una juguetería y confitería en medio de las corrientes de aire de la estación Montparnasse. Su obra fue redescubierta por los surrealistas. En 1931 obtiene la Legión de Honor.