Papa Francisco: los corruptos son «el anticristo» y están entre nosotros
Durante la misa que celebró este lunes en la capilla de la residencia de Santa Marta, donde se aloja, se refirió a la parábola de los labradores malvados, del Evangelio de Mateo, y a los tres modelos de cristianos en la Iglesia: los pecadores, los corruptos y los santos.
El papa Francisco afirmó que los corruptos son "el anticristo", porque hacen daño a la Iglesia y son "un peligro, ya que son adoradores de sí mismos, sólo piensan en ellos y consideran que no necesitan de Dios".
Francisco señaló que de los pecadores no es necesario hablar demasiado, "ya que todos los somos, nos conocemos desde dentro y sabemos qué cosa es un pecador y si alguno de nosotros no se siente así, que vaya a la consulta de un médico espiritual".
El Obispo de Roma añadió que la parábola habla de otra figura, la de los corruptos, aquellos que quieren adueñarse de la viña y han roto relaciones con el dueño de la misma, "un patrón (Dios) que nos ha llamado con amor, nos custodia y nos da libertad, pero esas personas se sienten fuertes y autónomas de Dios".
"Esas personas, poco a poco han roto esa relación con Dios y dicen: 'Nosotros no necesitamos a ese patrón, que no venga a molestarnos»'. Esos son los corruptos, aquellos que eran pecadores como todos nosotros, pero han dado un paso adelante, se han consolidado en el pecado", aseguró Francisco.
El papa argentino agregó que los corruptos "son un peligro también para los cristianos, ya que sólo piensan en ellos".
En ese sentido, el Santo Padre advirtió que Judas, "de pecador avaro acabó en la corrupción" y subrayó que los corruptos "son grandes desmemoriados, han olvidado el amor con el que Dios ha creado su viña, y se han convertido en adoradores de sí mismos".
"¡Cuánto mal hacen los corruptos en la comunidad cristiana, que el Señor nos libere de caer en ese camino de la corrupción!", exclamó el Papa, que recordó al apóstol Juan que decía que los corruptos "son el anticristo, están en medio de nosotros, pero no son de los nuestros". En consecuencia, Jorge Bergoglio imploró a Dios la gracia "de no convertirnos en corruptos".